La civilización del espectáculo

II. Breve discurso sobre la cultura

Este capítulo aborda la evolución del concepto de cultura a lo largo de la historia. Comienza mencionando cómo en diferentes épocas y sociedades, la cultura estuvo asociada a la religión, la filosofía, el derecho y otras áreas del conocimiento. También destaca que la cultura solía establecer diferencias sociales entre las personas cultas y las incultas.

En tiempos recientes, la noción de cultura se ha diluido y se ha vuelto difícil de definir. La corrección política ha llevado a la idea de que todas las culturas son equivalentes, lo que ha generado confusión.

Se explora cómo los antropólogos contribuyeron a esta igualación de culturas al definirlas como la suma de creencias, conocimientos, costumbres y más, sin hacer distinciones jerárquicas. Además, se discute cómo los sociólogos, especialmente los críticos literarios, han incorporado la llamada "cultura popular" como parte integral de la cultura, aunque menos refinada.

Se menciona que la especialización en campos como la ciencia y la tecnología ha contribuido a la pérdida de comunicación entre las personas, y se destaca que el progreso científico y tecnológico, aunque impresionante, no necesariamente está vinculado a la cultura en el sentido tradicional.

La cultura solía ser un denominador común que permitía la comunicación entre personas de diferentes ámbitos y épocas, pero que esta función se ha debilitado. Se plantea que la cultura, en su sentido más amplio, debería incluir elementos de reflexión, pasión, poesía y crítica, pero también estar arraigada en la vida real.

Finalmente, se sostiene que la cultura actual se ha convertido en un castillo frágil construido sobre la arena debido a la falta de responsabilidad y la búsqueda constante de entretenimiento.

La noción de cultura ha evolucionado a lo largo de la historia y se ha vuelto difusa en la sociedad contemporánea, perdiendo su conexión con la vida real y la comunicación entre las personas. Estamos dejando de lado las costumbres que nos identificaban y representaban, sólo para convertirnos en individualistas, en no querer trabajar en sociedad sino dominar al otro. Ya no es cultura ni sociedad, es una guerra constante por cuál es el mejor argumento y mantenerlo cueste lo que cueste, pues nos ha costado nuestra identidad cultural.

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